“Ya es hora de que los pequeños con discapacidad dejen de
ser considerados invisibles”
Esta frase, además de ser un decorativo de
nuestras cristaleras, es la descripción exacta de nuestra forma de trabajo.
Desde el momento en el que la leímos lo supimos. En todo momento nos hemos
sentido identificada con ella porque en Tutua le damos su lugar a todos y cada
uno de nuestros niños y niñas independientemente de sus características
personales.
Somos conscientes que en cada grupo de edad hay unas etapas
diferentes que con ayuda de las “seños” y la familia se van alcanzando. Se
trabaja en base a unos ítems de desarrollo estandarizados para los distintos
grupos de edad. Este nos permite observar a los peques en base a unos criterios
de evaluación; y mediante estos establecer quienes son los que necesitan estimulación más específica, bien dentro o
fuera del gran grupo. Este trabajo, en
la medida de lo posible, intentamos que este los más coordinado posible con las
familias y los centros y profesionales a los que acude el alumno fuera de
nuestro centro. No podemos olvidar la importancia de dicha colaboración y
coordinación pues realmente los pilares fundamentales de la educación y
desarrollo de un niño o niña es su familia.
Nos llena de orgullo saber que en nuestro centro la
integración no solo es posible, si no que luchamos desde que el alumnado entra
por la puerta destacando sus diferencias y haciendo que estas sean un motivo de
aprendizaje entre iguales. No las ignoramos, si no que las destacamos,
resaltando su lado positivo y reconduciéndolas para sacar de ellas lo máximo.
Las limitaciones siempre las abordamos con positividad e intentamos que poco a
poco se vayan reduciendo.
Nos entristece saber como en otros centros este alumnado no
tiene cabida….realmente no saben lo que se pierden. Una de los valores
principales por los que está diseñado nuestro modelo educativo es por el
respeto, el respeto hacia todos, y el respeto hacia uno mismo. Nos gusta ver
como se despierta en nuestros alumnos la sensibilidad desde muy pequeños hacia
las limitaciones que presentan, tanto ellos como sus compañeros. Ellos saben tratar
al compañero que socialmente se considera “diferente”, a fin de cuentas ellos
también lo son. En nuestro equipo educativo se valora, aprecia y nos llena de
orgullo ver como desarrollan este sentimiento de ayuda y protección por el
compañero, que de cara a una actividad en concreto, se muestra más débil. Luchamos
y diseñamos maneras de hacer compatibles estas relaciones para que ellos aprendan
a tratar a cada compañero como necesita ser tratado. Se despierta en ellos una
sensibilidad que en muchas ocasiones nos emociona enormemente.
El pasado día, paseando por un parque observe como un grupo
de niños de alrededor de 5 años se
burlaban de otro niño. En seguida me di cuenta que el problema estaba radicando
en la base. No están acostumbrados a convivir con compañeros que tienen otras
necesidades y ni siquiera se plantean la posibilidad que esta diferencia puede
ser positiva para todos ya que si la enfocamos con unas gafas llenas de
positivismo nos damos cuenta que solo es cuestión de mirar el lado adecuado. No
nos sirve de nada tener al alumnado dentro del aula si realmente no le estamos
permitiendo que sean respetados ni valorados, como niños que son. Es tan simple
como hacer bien nuestro trabajo, saber adaptar recursos, saber dar a cada niño
lo que su desarrollo necesita… pero siempre hacerlo con respeto, admiración,
motivación…y no como una “carga”, ya que si no estaremos olvidando a la “persona”
y lo estaremos convirtiendo en un “borreguito” más.
En relación a todo esto se me viene a la mente una fabula
escrita por Miguel Ángel Santos Guerra, en su libro “La estrategia del caballo
y otras fabulas para trabajar en el aula”, en concreto la titulada “El águila y
la gallina”, magnifica metáfora sobre como la falta de recursos no permite respetar
al alumnado ni respetar sus diferencias,
si no que se acaba convirtiendo en lo que “debe ser”, en lo que se considera
“normal socialmente”. Para finalizar acabaré citando una fragmento de dicha
fabula que resume la idea que quiero transmitir:
“….Hay quien pretende
echar granos al suelo para que la gente coma, para que mire hacia abajo, para
que ni se le ocurra la idea de volar. Estas personas nada esperan de las otras,
…, salvo que sigan mirando al suelo. Es una tragedia esa actitud
desesperanzada, fatalista. Es mayor tragedia la de quienes acaban creyéndose el
discurso de los dominadores. Porque no hay mayor opresión que aquella en la que
el oprimido mete en su cabeza las ideas del opresor.”
En Tutua no nos creemos el discurso de nuestro opresor, por
lo que seguiremos luchando por la aceptación, respeto, y sobre todo atención,
apoyo y amor hacia todo nuestro alumnado. Destacando siempre sus diferencias
para que estas sean positivas y nos ayuden a crecer como personas, no queremos
ocultarlas y hacer como si no estuvieran. Queremos niños con carácter,
personalidad y diferencias…que crezcan y se enseñen unos a otros… y por
supuesto nos enseñen a nosotras… ¡Cuanto tienen que enseñarnos! No queremos que
sean todos iguales. En Tutua el que se “sale del tiesto” no molesta, porque
todos bailamos alrededor de él...el tiesto es verdaderamente ABURRIDO!! J
Fdo. Ana Hernica
Maestra PT y Psicopedagoga
Cuan importante es que no solo respetemos las diferencias sino que las aceptemos con agrado como posibilidad de aprendizaje y crecimiento personal, y fundamental la labor de padres y educadores en el proceso de formación en valores y respeto de los más pequeños... es común la frase " los niños son crueles" cuando vemos casos de bulling o algún tipo de maltrato o discriminación, cuando son solo el reflejo de la crueldad manifiesta en la sociedad y en su entorno familiar.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir este post en la Fiesta Bloguera de Colaboraciones, un abrazo enorme y éxitos!!